Blow up: la experiencia inmersiva que rompe récords en La Rural

LA NACIÓN – Luisa Estrada

Más de 200 mil personas ya visitaron la muestra de inflables, globos y espejos, que es como un laberinto lúdico con escenografías hechas a la medida de una buena selfie; “Lo que ocurre con la gente sacando fotos es infernal”, dice Grinbank

<em>El laberinto espejado donde el techo y el piso se reflejan<br><em>Gonzalo Colini

Blow Up, la muestra de arte que abrió en octubre en La Rural, superó todas las expectativas, y llevó a los organizadores a extender la propuesta al menos hasta Semana Santa de 2024. Con más de 200.00 entradas vendidas, a mitad de camino entre exposición y entretenimiento, el desembarco en Argentina de una tendencia llamada kidulting busca recrear las experiencias de la infancia incorporando tecnologías de última generación.

“Originalmente lo habíamos pensado hasta diciembre”, dice a LA NACION Daniel Grinbank, empresario y productor de este y otros grandes espectáculos en Argentina. “Pero el éxito es tan abrumador que decidimos extenderlo”. Unas 2400 personas visitan la muestra todos los días en turnos de hasta 120. Ante la fuerte demanda habilitaron los lunes como jornada adicional. “Kidulting es un fenómeno mundial. No solo vienen familias, sino también grupos de jóvenes. De hecho, los horarios nocturnos son los que primero se agotan. Creo que la gente busca desenchufarse”.

El fenómeno ya superó en más de un 30% la convocatoria de Imagine Van Gogh, la muestra inmersiva que trajo Grinbank a La Rural en 2022. El productor adjudica el éxito a la explosiva repercusión en redes sociales. “Lo que ocurre con la gente sacando fotos es infernal. Es uno de los mayores instrumentos de divulgación, la gente ve imágenes que la tientan a ir. Realmente funciona el boca en boca”.

Una experiencia sensorial y digital

En Blow Up lo primero que le piden al visitante es que cubra sus zapatos con una funda de tela. Luego es conducido a un laberinto espejado donde formalmente empieza el viaje. El techo, el piso y las paredes se desdibujan en el reflejo de las cortinas de luces. Nadie puede evitar la tentación de sacar el celular y compartirlo en redes sociales. “Aportamos la escenografía para esos contenidos digitales”, dice Grinbank.

Al avanzar por las distintas salas los estímulos se renuevan. En uno de los espacios los inflables rayados crean un clima psicodélico; en otra sala el techo está lleno de pelotas. Globos, burbujas, inflables: todo apela con acierto a la memoria emotiva.

Y si hasta ese momento, el visitante no bajó la guardia, lo esperan un castillo inflable y un pelotero. En el castillo, los padres saltan más emocionados que sus hijos, mientras se proyectan imágenes galácticas en las paredes. Para ingresar al pelotero hay que hacer una fila, pero la espera vale la pena: mientras tanto se ve en pantalla el film El globo rojo (1956). Los adultos podrán recordar la sensación de zambullirse y nadar entre miles de pelotas. Un espejo gigante en el techo permite verse ahí, en el tiempo presente evocando el pasado.