“Avión a Madrid”, inicia la cuenta regresiva para la salida de su segundo álbum, que saldrá a principios del 2026.
La Nación – Cecilia Martinez

Luz Gaggi se hizo conocida en La voz Argentina y de ahí en más empezó a cimentar su trayectoria solista – Pilar Camacho.
Luz Gaggi no se detiene. Nada más aterrizar en Buenos Aires tras recibir el Premio Juventud, en Panamá, donde fue reconocida como una de las Artistas 2 Watch de la nueva generación latina, volvió al estudio para terminar su segundo disco. A sus 23 años, la cantante platense atraviesa una etapa de expansión: nuevos sonidos, una búsqueda más introspectiva y el acompañamiento de un productor de lujo, Cachorro López, en la realización del álbum.
Desde su irrupción en La Voz Argentina, en 2021, la joven artista que tres años más tarde teloneó a Paul McCartney en River destaca hoy como una de las voces más singulares del pop local. “Estoy aprendiendo fuerte”, afirma quien apuesta por no repetir fórmulas y avanza en la construcción de su propio universo musical.
Su nuevo single, “Avión a Madrid”, es el punto de partida de un nuevo ciclo, adelanto del álbum que verá la luz a comienzos de 2026. En la canción, ella conserva la frescura de sus primeras composiciones mientras abre el juego a la experimentación en una etapa de profundo aprendizaje, tanto técnico como personal.
– ¿Cómo estás encarando esta nueva etapa? ¿Qué es lo que más te ilusiona a nivel creativo?
– Me estoy atreviendo a absorber mucho conocimiento musical, con un guía casi espiritual que es Cachorro López, quien me está llevando a una educación musical que es bárbara. Todo eso se incorpora en el disco que estamos armando, en muchos temas pop neto de estructura tradicional y mucho sonido que fuimos creando y construyendo dentro del estudio. Estoy aprendiendo fuerte.

La cantante presentará a comienzos de 2026 su segundo álbum de estudio – Pilar Camacho.
– ¿Te desmarcaste un poco de la impronta flamenca que venías trasladando a tus interpretaciones, o no?
– Nunca lo hice intencionalmente el tema del flamenco, pero siento que estaba como incorporado en mi voz, en mi forma de cantar o de llevar las frases. Siento que eso siempre va a estar porque es medio parte de mí, así que se podría decir que en algunos temas eso sigue estando.
– ¿Tuviste un acercamiento previo al género?
– Tuve mucha influencia de piba, de haber escuchado mucho de todo. Hay algo como del llantito flamenco que se ve también en el folclore argentino. La Negra Sosa tenía ese llantito cuando cantaba, el lamento ese, no flamenco pero ese deje como de algo profundo en la voz. Siento que fue de escuchar, escuchar y escuchar. En alguna vida capaz canté flamenco a fondo.
– En “Avión a Madrid”, tu nueva canción, la letra nos lleva a un fin de ciclo. ¿Hay algo de tu experiencia personal trasladado a lo creativo?
– Siento que re sí. Me gusta mucho, cuando no es algo que me pasa a mí, en la historia de una canción me gusta ponerme en el rol de un personaje o de una historia que me hayan contado, escribirlo e interpretar a ese personaje. Este fue uno de esos casos. Mi generación es una generación que cruzó mucho el charco. Tengo muchos amigos que se mudaron, que se fueron. Quería contar esa historia del desamor, del dejar una pareja e irse a vivir al otro lado del mundo a seguir creciendo y capaz volverse a enamorar. Esta letra la compusimos con Mechi Pieretti, una compositora divina. El video, al igual que el resto de la parte audiovisual del disco, lo hicimos con Lucas Fossati, un director de la hostia. Hicimos varios videos en los que se unen colores, conceptos, formas, objetos. En éste pusimos en escena la casa vacía.
– Cuando a vos te toca subirte a un avión, ¿qué no falta en tu valija?
– Metafóricamente, no falta mi familia, viene conmigo a todos lados; siempre. Y mis amigos. En lo material, quizás mis piedritas energéticas, de protección: turmalinas y otros minerales.

Gaggi fue reconocida como artista destacada de la nueva generación latina en los Premios Juventud – Pilar Camacho.
– De la experiencia con un productor como Cachorro López, ¿qué aprendizajes te llevás?
– Todo mi nuevo disco está hecho con la mente maestra de Cacho. Es magnífico. Me emociona mucho hablar de él. Más allá de la admiración que le tengo a ese hombre, fue un gran maestro para mí. No solo porque es una de las personas que más vi este año [risas], sino porque, desde que llegás al estudio hasta que te vas, te abraza y te enseña un montón, hasta sin querer es escucharlo y aprender de todo. Es observarlo y ver qué dinámicas tiene, qué dice y qué no dice, sus gestos. Apenas iniciamos una sesión, agarra la guitarra o un bajo y se pone a sacar las notas, y las melodías las está creando mientras hace los acordes, y vos decís: ‘guau, está armando una casa’. Y después la facilidad y la dinámica en el lenguaje musical. Él no solo tiene mucha calle en el rock, que lo tiene en las venas, sino que tiene un lenguaje musical que es bárbaro.
– ¿Qué podés adelantar del álbum?
– Hay como una parte muy tierna, muy íntima, no en el sentido de cursi sino de sonidos y formas de decir las cosas. Vengo de un álbum anterior, Altar, que es empoderamiento, es sangre. En éste estoy mostrando una parte más tierna y sensible, todo llevado al pop. Va a tener 10 temas.
– Acabás de llegar de Panamá de recibir el Premio Juventud, ¿cómo fue ganarse ese reconocimiento?
– Re lindo, intenso. Ves otra cara de la industria. Capaz me cruzaba a leyendas de la música latina, que no ves acá en Palermo. Ibas caminando por el establecimiento, por los camarines, y de repente pasaba Marc Anthony, y decías: ‘wow, te escuché toda mi infancia’, y él estaba ahí re tranqui.
– ¿Qué lugar ocupa lo internacional en tus proyecciones a futuro?
– No lo pienso mucho. Siento que todo se va como realizando eventualmente. Si toca crear una buena casa afuera, musical, con sonidos que se escuchen afuera, sucederá. Quiero vivir acá porque amo Argentina, pero si, dentro de lo musical y de la carrera, funciona también afuera; para mí va a ser un honor siempre, un placer.
– Especialmente con los apoyos que venís teniendo: el trabajo con Cachorro, el apadrinamiento de Daniel Grinbank, ¿qué significa todo esto para vos?
– Son como bendiciones constantes, una cadena de oportunidades lindas y la gran bendición de estar avalada por grosos. Es como tener un buen respaldo.
– Y colaboraciones con artistas como Diego Torres, David Lebón. Si tuvieras que pensar un feat soñado, ¿con quién sería?
– ¡Se me ocurren tantos! Yo por mí hago música con todos. Hacer música con otra persona y compartir mundos, para mí es un honor. Siento que hoy en día es coincidir con otro artista y que surja orgánico.

«Los realities son bárbaros, pero hay que seguir trabajando a fondo para sostenerlo», afirma la exconcursante de La Voz Argentina – Pilar Camacho.
– Tras ese empujón que significó tu paso por La voz Argentina, ¿qué mirada tenés hoy sobre los concursos televisivos, sobre el apoyo que se da a los artistas emergentes a través de estos certámenes?
– No deja de ser una gran ventana donde podés darte a conocer mucho, pero también es como un trampolín que obviamente te da visibilidad, pero si después no seguís generando impulsos, capaz eso se empieza como a emancipar. Tenés que llevar a cabo un laburo para que eso siga estando a flote y que genere un fruto. Los realities son bárbaros, entretienen, son muy intensos y lo viví desde adentro, pero hay que seguir trabajando a fondo para sostenerlo e incluso más. En mi caso, todo lo que rodeó el programa en esa época fue crecimiento, te diría que casi de una cachetada. Hay una escuela de La voz atrás que la gente quizás no sabe que existe: aprendés un montón y tenés a los coaches que están siguiéndote todo el tiempo, aprendés a cuidarte la voz, a cuidarte vos.
– ¿Viste la última edición del reality?
– No la estuve viendo, pero me salen muchos cantantes en TikTok, que la rompen toda, y pegué onda con varios, charlas re copadas, así que recontenta y siguiendo ahí el talento.
– En cuanto a tu historia personal y el momento de salud complicado que viviste siendo muy joven [a causa de una epifisiólisis femoral superior], que limitó tu movilidad durante un tiempo, ¿qué herramientas te dio esa vivencia y cómo la recordás hoy?
– Lo recuerdo bastante, sobre todo, cuando por ejemplo me quejo. O cuando me dan miedo cosas o me da mucha ansiedad algo. Ahí es cuando me remonto y digo: “hay cosas peores”. Y de hecho lo sé. Cuando me quejo o pienso que algo no está funcionando, digo: ‘aflojemos, porque si te bancaste algo re grosero a los 11, por esto no te podés enojar o quejar’. O podés, pero empezás a tener como otra conciencia de las cosas. Aprendí a agradecer un montón. Mi proyecto hace 10 años tal vez no era éste. Y llegar acá para mí es haber llegado muy lejos.
– ¿Cómo ves a la Luz de hoy? ¿Te intentás ver de afuera o no hacés ese ejercicio?
– Soy una piba que tiende a ser muy autoexigente, pero me siento bien, empoderada. No sé si es muy cliché decirlo, pero siento que pude adquirir una pasión y una potencia que me hacen sentir viva, y lo agradezco. Buscar eso todo el tiempo. Hoy me definiría así, como una pibita que está aprendiendo a crecer, a vivir. Eso lo vas aprendiendo a los palos, como cualquier persona, pero me siento bien. Estoy con dos gambas firmes que me permiten caminar, saltar y correr en un escenario, así que eso lo agradezco siempre.
– Cuando no estás creando música, ¿qué otras cosas hacés qué te gusten o para desconectar?
– Un gran porcentaje es hacer música, pero, cuando no, entreno un montón, escribo mucho, tengo mis cuadernos, y leo mucho; tengo libros en mi casa por todos lados, para que mi subconsciente sepa que tengo que leer.
– ¿Qué leés?
– Ahora filosofía, pero hasta hace poco estaba leyendo historia romántica. Mariana Enríquez me gusta mucho. Leo de todo, me gusta saber y me gusta que mi mente esté ágil todo el tiempo. Ésa es mi vida. Una tipa sencilla.
– ¿Tenés alguna cábala o ritual antes de subirte al escenario?
– Hago unas danzas raras, unos movimientos antes de entrar que son ridículos absolutamente, pero siento que me conecto con el escenario. Pido permiso antes de entrar a los lugares, no permiso a las personas, sino energéticamente. Soy muy de esas, piso el escenario un ratito, doy gracias y escucho un tema que es clave para mi mente, para concentrarme y para conectar, un tango de Bajofondo. Si digo cuál es quizás se me rompe la cábala [risas], pero me encanta y me conecta mucho con la ruta, con mis padres y con todo: lo escucho y entro a jugar.